Ésta es una prueba del poder del medio Web. Aquí tienen parte del teórico inaugural del martes 3 de febrero de 1998. En cuestión de mínutos una charla o evento puede ser dejada a disposición de millones de personas en todo el mundo para su consulta, discusión, crítica, etc. Y si bien aquí sólo hay texto, no hay ningún inconveniente en poner imágenes, fotos, audio y video. Los teóricos de la materia serán desgrabados semanalmente, y ya sea en forma completa o como fichas de lectura, se irán incluyendo aquí periódicamente. Más adelante también incoporaremos textos, otros elementos de consulta, numerosos links a otros sitios Web, etc. Que lo aprovechen.
Primera Parte.
* Varios años atrás nuestro amigo Héctor Schmucler se fue a vivir a las sierras de Córdoba. No muy lejos de la Capital mediterránea, pero en un lugar sin luz, ni gas y obviamente sin teléfono. Hasta hace dos o tres años atrás cuando los celulares no eran la estrella de ventas que son hoy, pasarse unos días en el Tigre era estar incomunicado con la Capital, y por ello a pesar de que la distancia física no era muy grande, al estar fuera del ciberespacio (según la celebre definición de John Perry Barlow ex-letrista de los Grateful Dead: "lugar en donde estamos cuando hablamos por teléfono") desaparecíamos de la civilización.
* Hoy, a pesar de que la interconectividad dista infinitamente de ser universal, cada vez resulta más difícil estar fuera del ciberespacio (si uno es de clase media, tiene estudios universitarios, vive en las zonas ricas, etc. etc.), es decir auténticamente desconectado (mientras que a fines del '96 había 490.000 aparatos celulares, a fines del '97 ya se trataba de 1.200.000, mientras que en el '90 había 3.500.000 teléfonos fijos, a fines del '97 había 7.00.000 de líneas instaladas y 800.000 menos en servicio).
* Con el teléfono (y la TV, y la radio y especialmente con Internet), se pueden hacer muchas cosas, la mayoría de las cuales nos parecen triviales hoy -por ejemplo levantar el tubo y hablar con cualquier persona en cualquier lugar del mundo- gracias a la convergencia de las info-industrias, a los satélites y a la fibra óptica. En cambio Internet sigue siendo -al menos en América Latina- una tecnología bastante esotérica. Y si bien mucha gente (¡je 1 entre 2800 más o menos!) probó lo que es el correo electrónico, la navegación en la web, el armado de algún site; el envío de archivos, el streaming de radio o de video y los chats escritos de IRC, en general se sabe poco y nada del futuro de la tecnología, que está más bien en el limbo y aunque se promete que servirá para todo no se encuentra aún cómo, cuándo, dónde y cómo.
* No es de extrañarse porque lo mismo le pasó a todas las tecnologías de la comunicación anteriores en por lo menos los últimos 200 años. El telégrafo, el teléfono, las grabaciones de audio, la radio, la TV pasaron todos por esta misma incertidumbre en algún momento. Lo curioso es que cada generación y época vieron en el ingenio del momento la solución a todos los problemas de la comunicación, es más de la sociedad misma.
* Los pioneros casi siempre regalaron o vendieron sus ideas a emprendedores que oscilaron entre la astucia y la perfidia. Casi siempre las innovaciones terminaron en manos de monopolios y al poco tiempo las promesas de un uso social masivo e igualitario se trastocaron en enormes negocios o negociados que pervirtieron sus promesas de origen y que dieron lugar a una apropiación selectiva, desigualitaria y profundamente conservadora de los "nuevos" medios.
* Por ello no es de extrañar que el Santo Triunvirato Digital -haciendo eco a los inventores de otras épocas- diga hoy lo que cada promotor o divulgador de las nueva tecnologías dijo en su momento: que gracias al aceite curalotodo de la última tecnología el mundo ya no será el mismo, y que todos los problemas de la humanidad se disolverán casi por propia gravitación.
* No otra cosa, con distinto grado de detalle, sofisticación, argumentación o candidez, dicen los tres libros que conforman el credo del triunvirato digital: "Ser Digital" de Nicholas Negroponte (1995), "Camino al Futuro" (1996) de Bill Gates y "Lo que habrá de pasar. Cómo el nuevo mundo de la información cambiará nuestras vidas" (1997) de Michael Dertouzos.
* Lo que estos autores desconocen, es que sus promesas de un maná sin fin, de un mundo pacificado y civilizado gracias a las virtudes de las tecnologías de la información, de un horizonte de crecimiento ilimitado y de bienestar sin fin, no sólo no condice para nada con el mundo real plagado de miseria, desigualdades y sobretodo guerras actuales o potenciales, sino que no difieren un centímetro de promesas análogas, que se vienen repitiendo con no menor convicción e insistencia en los últimos doscientos años, y que pertenecen a la constelación de las utopías de la comunicación (no perderse al respecto el interesante aunque demasiado académico trabajo de Lucien Sfez "Crítica de la comunicación" (Amorrortu) y su crítica al tautismo.
* Lo que el triunvirato ignora -insólito en gente que viene de las entrañas de la tecnología- es algo tan trivial -pero olvidado, después de todo sólo nos acordamos de que respiramos cuando el aire empieza a escasear a nuestro alrededor- es saber que las tecnologías son construcciones sociales. Dicho en cristiano las máquinas no son meteoros provenientes de un afuera que impactan en la sociedad. Al revés los seres humanos elegimos constantemente en el momento de inventar, hacer el marketing y utilizar cada nuevo artefacto (o máquina de comunicar) que viene fabricándose en los últimos dos siglos.
* Fueron los usos (y abusos) de las máquinas hechas por actores sociales como los inventores, los entrepreneurs, los obreros y los consumidores, los que conformaron la sociedad de redes en la cual vivimos hoy. Pero ninguno de los usos y costumbres (del paisaje tecnológico artificial en el que vivimos ahora) venía predeterminado en los manuales de las máquinas, ni estaba indicado por un plan social al que no cabía sino ajustarse mansamente y respetar con disciplina y resignación en el peor de los casos (o apasionamiento en el mejor).
* Por suerte tenemos guías -como Langdon Winner que denunció mejor que nadie la naturaleza ideológica de la autonomía tecnológica, y Fernand Braudel, quien proclamó a viva voz que la tecnologías son instrumentos y muchas veces los hombres no saben qué hacer con ellas, que nos pueden llevar a reconstruir la dimensión ideológica de esta postura (no importa si se trata de tecno-optimistas como el Triunvirato o de tecno-pesimistas como Jacques Ellul o Joshua Meyrowitz). De lo que se trata es de criticar a fondo la idea del determinismo tecnológico tan en boga hoy, y que le hace compañía a la idea del determinismo económico encarnado actualmente en el neo-liberalismo.
* Así como Méndez ganó su primera (¿y única?) reelección proclamando "Yo o el caos", las tecnologías una vez impuestos sus usos y acusados de retardatarios o anti-progreso quienes se les resisten, parecerían venir con una etiqueta adosada que sostiene "Nosotras o la barbarie". En efecto ¿quién puede rechazar la luz, el teléfono o el gas? Salvo Héctor Schmucler, paradójicamente un analista brillante (pero hiperpesimista) de las nuevas tecnologías.
* Eppurr cuando las tecnologías que hicieron la historia de la comunicación en estos dos siglos emergieron, nadie ni quienes la inventaron, ni quienes la promocionaron, y sobretodo quienes eran sus destinatarios los usuarios, tenían la más mínima idea de cuáles serían su función, cómo aprovecharlas del mejor modo, hasta qué punto cambiarían sus hábitos de trabajo, pero también de pensamiento, y en ultima instancia por qué conductos y con qué derecho modificarían (o no) las formas de vida de la gente.
* Patentado por Samuel Morse en 1838 el telégrafo fue saludado veinte años más tarde por el New York Times como el descubrimiento más importante de la historia en términos de domesticación de la materia por parte de la mente. Las oficinas de telégrafos ponían bancos en la calle y hacían shows diarios porque la gente no creía que fuese posible separar el lenguaje la presencia humana.
* Sin embargo durante más de diez años el telégrafo no tuvo ninguna utilidad práctica (la versión francesa de Claude Chappe había sido utilizada en 1794 en plena Revolución Francesa para dar órdenes militares de la Asamblea Nacional a sus ejércitos). Seis meses después de instalada la línea New York-Philadelphia-Washington- sólo facturaba $600 semanales y transmitía en el mismo lapso apenas 2.000 palabras.
* A Morse le importó tan poco su invento que quiso vendérselo
al gobierno federal de USA (varios estados europeos lo habían incorporado
a su servicio postal) que dijo: "no gracias" y tardó muchísimo
tiempo en prestarle $30.000 para construir la citada línea. Durante
mucho tiempo se la usó para jugar al ajedrez a distancia. Parece
que no había mucho que trasmitir por sus hilos.
Segunda Parte.
* El ejemplo es muy sugerente porque la naturaleza privada del sistema de telegrafía, y posteriormente de telefonía en USA, no se debió a ningún espíritu nacional, ni a ninguna característica llamativa del espíritu competitivo yanqui, sino que fue un juego de elecciones y opciones que se repitió una y otra vez a medida que el invento iba transformándose de una herramienta sofisticada, sumamente exigente en términos de capacitación y restringida a funciones muy puntuales, hasta convertirse en un medio masivo de difusión de la información.
* Tan social es el uso de la tecnología que cuando se inventó el telégrafo los constructores de trenes no se imaginaron como podía servirles para hacer un tendido férreo, y desarrollar un estilo de planificación en tiempo real, y durante muchos años prescindieron totalmente de él. Recién a principios de 1850, en la Eirie Railroad ambas industrias se pusieron de acuerdo, y entendieron que la única forma de lograr que los trenes llegaran a tiempo sería monitoreándolos a través del telégrafo. Todavía hubo que esperar otros veinte años para que USA tuviera un tiempo uniforme a lo largo de toda su superficie (indispensable en un país que tiene más de 5.000 km de costa a costa y por el cual pasan cuatro zonas horarias actuales). (Ver el interesante -aunque como siempre excesivamente puntilloso- trabajo de Stephen Kern "The Culture of Time and Space 1890-1918").
* Durante las varias décadas que seguirían tampoco a nadie se le ocurrió la íntima solidaridad que había entre el telégrafo y los diarios, y mucho menos entre el telégrafo y el comercio. Mucho antes de usar el telégrafo, que ya estaba disponible, los diarios surgidos por los consumidores de noticias que querían estar temporalmente más cerca de la noticia (no como en Río de la Plata que la Revolución de Mayo tardaba meses en anoticiarse de que había sucedido en la madre patria) usaron como corresponsales a los barcos.
* De esa necesidad nacieron los pooles de noticia como la Associated Press. Pero lo más interesante es que el ideal de objetividad -presupuesto en esas asociaciones- fue una construcción social (sumamente preocupada en USA con los avatares de la Guerra contra México y después de la Civil) y no el producto inevitable y automático de las tecnologías de la información.
* En cuanto al comercio la preeminencia que todavía tienen ciudades como Nueva York y Chicago está directamente ligado a su línea de telégrafos y a la independización de los precios globales del mercado de sus condiciones locales de producción que éste hiciera posible hace casi un siglo y medio y que alcanza en las ciudades informacionales estudiadas por Manuel Castells y Saskia Sassen a su culminación (lugares donde no se produce nada pero donde se define el precio de todo).
* A medida que la innovaciones comunicativas se iban difundiendo aumentaba la conciencia publica de su utilidad pero también la distancia entre las promesas y las realizaciones. A mediados del siglo XIX revistas insignia y pensadores de variado cuño hablaban de la fuerza comunicativa universal que plasmaría finalmente el destino manifiesto del pueblo norteamericano. Revistas, supuestamente serias, como el "Scientific American" alababan al telégrafo por ser el promotor del "parentesco de la humanidad". Tanto encomio no impidió la Guerra Civil norteamericana, y más de algún cínico insistió que ayudó sino a provocarla, por lo menos a volver más dificil evitarla (algo que seguramente es más cierto aún de la Primera Guerra Mundial).
* Entre las muchas definiciones/opciones que toda tecnología de la comunicación tiene frente a sí en el momento de su desarrollo hay muchas que se repiten en el caso de las posteriores. Así las que valieron en su momento para el teléfono se repiten en estos días en el reino de las computadoras. Por ejemplo cual es el mínimo de fidelidad (compatible con los costos) que los usuarios estarán dispuestos a aceptar (que sólo sirva para transmitir voz no sonido, que sólo sirva para transmitir texto no imágenes por ejemplo). También habría que establecer cuál sería el nivel de acceso del público a la innovación (lo que se repite hoy en día con la noción de acceso público universal a la telefonía y mucho más aún a Internet). Cuando expiró la patente de teléfonos de Graham Bell en 1893, controlaba los 266.000 teléfonos legales que había en USA. Con la liberación de la competencia, siete años más tarde esa cantidad aumentó diez veces, pero Bell en vez de competir ofreciendo servicios mejores y más baratos se la pasó haciéndole juicios a todos sus competidores.
* Incluso le quiso vender a Western Union su patente sobre los teléfonos por la módica suma de $100.000, pero la Western no aceptó la gentil oferta. Una generación más tarde después de una guerra entre las distintas compañias de telégrafos, Bell volvió a la carga y se tragó de un solo bocado a la Western Union.
* En términos de público todas los usos originales de la tecnología de comunicaciones siempre han sido o militares o comerciales. El pasaje de un uso de nicho a un uso generalizado de estas tecnologías tardó -cada vez menos- entre dos y tres generaciones. Así todavía a fines de 1920 la Bell seguía insistiendo en difundir al teléfono como un instrumento netamente comercial, y no se vendió al publico como medio de socialización, sino dos generaciones después de haber sido inventado (la computadora tardó una generación en seguir las fases de una secuencia análoga).
* Esta invariancia es interesante porque muestra lo lenta que es la incorporación de la tecnología de la información por parte de la capilaridad social. No menos notable es que aún cuando empieza a difundirse, la gente no entiende mucho cómo utilizarla, pero mucho más importante aún, es reconocer que rara vez se la utiliza en toda su potencialidad (es terrible la subutilización de la tecnología de la computación en la capacitación y en la escuela, donde nos seguimos moviendo con programas, ejercicios y usos de la máquina antidiluvianos a pesar de excepciones en contrario como el Programa de educación a distancia por Internet de la Open University de Londres).
* Cuando se comprobó que el telégrafo ordinario no era la panacea que parecía se puso el énfasis en el telégrafo inalámbrico, es decir la base de la radio. Se sostenía que los monopolios malos podrían controlar la líneas de comunicación, pero que el éter (como la información hoy en día) querría ser libre, y la misma cantinela que se había reivindicado para el telégrafo envolvió primero a la radio y después a la televisión, vistos ambos medios (como alguna vez lo dijo de la prensa el augusto Jürgen Habermas) como emancipadores de la humanidad.
* Lo que hoy cacarea sin empacho el Triunvirato Digital, fue exactamente lo mismo que los primeros difusores de inventores de la radio y la televisión hicieron y dijeron en las primeras décadas de nuestros siglo, los nuevos medios traen consigo: nuevos horizontes, nueva filosofía, nuevo sentido de la libertad y sobretodo un entendimiento más refinado y amplio entre toda la gente del universo.
* Por eso sólo tiene sentido tomarse en serio tanta promesa si al mismo tiempo se hace un paneo lento y pausado (muchas veces aburrido y sobretodo de una meticulosidad que hace doler a las neuronas ver entre otras fuentes "Historia de la comunicación moderna" de Patrice Flichy) de las fusiones, los movimientos de los conglomerados, el desarrollo de los monopolios y la fuerza de concentración de las industrias ligadas a la comunicación en 1998 (la revista Convergencia Telemática sacó un mapa de Alianzas de las telecomunciaciones en la Argentina al 18 de diciembre de 1997, que irá actualizando y que da una buena idea de que estamos hablando).
* Terminada la guerra civil norteamericana había una sola compañia de telégrafos importante: la Western Union. Y en el terreno de los tel&ea